Transpira la marea sus olas ya cansadas,
y una barcaza vieja navega todavía,
un alma solitaria le cura la agonía
llenándole de peces las lágrimas gastadas.
El sol luce impaciente por sus horas contadas
y el viejo con las redes requiere su bravía,
no quiso de la noche si celosa volvía
el eco de esas penas, las más desesperadas.
La tarde a su penumbra la mira en el espejo
y el mar despide al viento que mece aquel navío,
a pasos de la calma la luna de atavío
refleja aquella barca sola y un gran cortejo
de mil gaviotas ávidas del mítico extravío,
de la coraza blanca colmada de abadejo.
Muy emotivo...
ResponderEliminarHermoso !!!!!!!
ResponderEliminarQué precioso poema. Me trajo de vuelta al viejo, su barcaza, su soledad, su fuerza...como si fuera la primera vez.
ResponderEliminarmuy bueno, Andrés
ResponderEliminarun abrazo
Imagino que está inspirado en el cuento de Hemingway El viejo y el mar. Me gusta. Un saludo. ah publiqué uno de tus poemas en mi blog. Un saludo.
ResponderEliminargeniallll saludos
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